Clases de Yoga: “A guisa de prólogo”
Escrito por: P. Juan M.
El presente es un tratado práctico para el cultivo y dominio de la mente. Es didáctico, graduado, y los ejercicios van unos tras otros en forma tal que, quien lo siga fielmente, ha de conseguir una gran expansión de conciencia y el dominio de la mente.
Este curso es “recomendable” para todos los que “desean obtener el dominio de la mente”.
Según palabras de Annie Bessant: “En este trabajo de Ernesto Wood, no se encuentra nada en el que, al practicarlo, pueda causar el menor daño físico, mental o moral a quien se esfuerce por seguir la concentración del pensamiento”.
CAPITULO I
“EL BUEN ÉXITO EN LA VIDA”
1) Una ilimitada oportunidad. 2) El triunfo mediante la concentración. 3) Más elevados objetos
1) Una ilimitada oportunidad.
Todos deseamos el triunfo en la vida, y los medios que infaliblemente lo aseguran. Por esto, para triunfar en la vida, utilizando los medios que infaliblemente lo aseguran, tenemos que hacer que “Nuestra imaginación obre sobre el pensamiento”, es decir, que primero tengamos en la mente la “imagen” de las cosas y de las ideas, y también de las entidades en general, para que la mente tenga una base donde se apoye para sus reflexiones, sus discernimientos de las causas, los efectos, las consecuencias, también para sus comparaciones, sus semejanzas, y observaremos como las confusas nubes de la esperanza van tomando forma de célicas, celestiales, posibilidades.
“Dadle alas a vuestra fantasía, dejemos que la mente reproduzca con imágenes las cosas pasadas, que dé forma sensible a los ideales o a las ideas, porque más explendoroso que el mejor cuadro que podamos hacer con el pensamiento, con la reflexión, con el discernimiento, con la lógica, es “el futuro que podamos pretender mediante la voluntad, la cual se aviva, se incrementa por las imágenes”. Tan presto hayáis escogido, decíos: “Yo quiero”. Y en adelante seguir esa línea.
Tras “las imágenes y los pensamientos una vez tenidos con claridad en la mente”, nada habrá en la tierra que pueda detenernos en la consecución de ellos, nada puede ser obstáculo, a menos que lo permitamos; pero una vez hecha la elección ya nunca más desear otra cosa. Debemos decirnos: “Yo quiero”, y debemos decirlo siempre en pensamiento y en acción, y ya jamás en meras palabras. Y en adelante ni por un momento debemos cambiar de propósito, hasta conseguirlo, a no ser que surja alguna razón superior que aconseje otro camino.
Nuestra constante intención debe hacer que todo lo que toquemos vaya a servirnos. Si lo que hemos escogido no es perjudicial, antes de lo pensado será nuestro. El cuerpo es sólo una vestidura y los sentidos meros agujeros en el velo de la carne, y estos se aquietan y aquel es obediente, y la mente permanece en contemplación de sus inmortales posibilidades, se abre una ventana dentro de nosotros, y a través de ella vemos y aprendemos que seremos lo que queramos ser…y nada más.
Como la débil semilla enterrada en el suelo irrumpe y lanza un tierno brote, que se abre camino a través del suelo y consigue verse libre a pleno aire, y llega a convertirse en una poderosa encina. “Lancemos en este día el primer brote, tierno más no incierto, de la voluntad, y elijamos lo que hemos de ser”.
“¿Deseamos y queremos el poder?
Dejemos entonces que los demás sean más libres y poderosos porque también lo somos”.
“¿Queremos el conocimiento, el saber?
Como nosotros somos sabios que los demás también lo sean”.
“¿Queremos el amor?
Dejemos que los demás gocen de él, ya que tenemos tanto que dar”.
Cumpliendo lo dicho en los tres interrogantes anteriores, estaremos acordes con Dios.
Los medios serán: “todo” lo que nos salga al paso grande o pequeño; porque no hay nada que no podamos usar como medio para nuestro bien. Pero, tenemos que tener muy presente y recordarlo constantemente: “QUE TODAS LAS PERSONAS Y LAS COSAS QUE USEMOS SALGAN BENEFICIADAS CON ELLO.” Así nuestro triunfo será el de ellas.