Doña Pilar es la responsable de Cruz Roja del programa de Población reclusa en Zaragoza; muchos de vosotros la habréis visto por el Centro. Realiza sus funciones en los Centros de Zuera y Daroca y colabora con el Equipo de Medio Abierto de la Fiscalía de Menores. Hoy es la protagonista de nuestra sección: “Un café con…” Esperamos que después de esta entrevista podamos conocerla mejor.

¿Desde cuándo trabaja en prisiones?

Comencé en 1997 en Torrero, la antigua cárcel de Zaragoza, de casualidad. Me encomendaron ayudar al técnico que entonces se ocupaba del programa y al final fui yo quien pasó a desarrollarlo. Recuerdo que comencé trabajando con mujeres. Tenía un desconocimiento total del mundo penitenciario ya que siempre había trabajado en la docencia. (Pilar es educadora social y durante 9 años fue profesora de E.G.B.).

¿Qué labores realiza?

Actualmente, soy responsable del Programa de “Población Reclusa” que llevamos a cabo dos técnicos con ayuda de voluntarios. Fundamentalmente, son labores de apoyo a Instituciones Penitenciarias, trabajando en Talleres Ocupacionales, ofreciendo colaboración en las salidas programadas, facilitando la realización de charlas  en   los  diferentes  Centros Penitenciarios…

¿Cómo desempeña las labores dentro del Centro Penitenciario?

La labor es coordinada con la Dirección del Centro y, sobre todo, con la Subdirección de Tratamiento. Hay veces que el centro pide la colaboración de un programa de los que Cruz Roja tiene. Cruz Roja Española tiene a nivel central un responsable que es interlocutor directo con la Dirección de Instituciones Penitenciarias y que coordina con la misma la planificación de las diferentes acciones que Cruz Roja puede ofrecer a los Centros Penitenciarios.

Los Módulos de Respeto y Terapéuticos son
el paso más grande que se ha dado en las cárceles

¿Cómo consigue Cruz Roja los medios para llevar a cabo estos programas?

Con la famosa “casilla de la renta”, con fondos propios derivados de las recaudaciones de las loterías “DEL ORO”, “DE NAVIDAD” y de las donaciones de los socios. Cruz Roja Española es una de las ONGs a las que el estado destina parte del dinero recaudado en el impuesto de la renta; por otro lado, la Consejería de Educación de la Diputación General de Aragón financia un proyecto de formación para personas adultas que yo llevo a cabo.

¿Qué nos puede contar de su trabajo con menores?

Cruz Roja oferta plazas para que los menores puedan ejecutar las medidas judiciales o extrajudiciales de reparación del daño, haciendo labores sociales y trabajos en beneficio a la comunidad, sustitutivas de la pena de privación de libertad.

¿Qué opina sobre la ley del menor?

La Ley del Menor es un gran avance. Es mucho  mejor de lo que todo el mundo piensa, ya que ha sido muy maltratada por la televisión y la opinión pública en general; cuando sale un caso sonado, puntual, todo el mundo habla de cambiarla. Hay mucho más allá de esas noticias, en el día a día, que favorece la reinserción de los menores.

¿Cómo ve el funcionamiento de la prisión desde su punto de vista?

Soy muy consciente de que esta no es “mi casa”, por lo que entiendo que aquí hay unas normas y trato de ser muy escrupulosa en su cumplimiento. Me siento bien tratada, muy bien tratada, supongo que será porque hace muchos años que trabajo aquí. En mi opinión también ha mejorado mucho el tratamiento a los internos. Aun así las macrocárceles son poco operativas para trabajar.

Hacer el camino de Santiago con los internos
del C.P. Daroca fue una experiencia increíble

¿Trabajar en una prisión es un tema “tabú”?

El mundo penitenciario es un mundo muy cerrado, hay mucho desconocimiento en la calle de lo que es, cómo se vive y de quiénes están aquí. La televisión contamina mucho la realidad. Una cosa que he aprendido es que no podré decir que nunca voy a entrar aquí. También que la sociedad no está por la labor de que se gaste dinero en las cárceles. De hecho, ¿por qué las cárceles están tan lejos? Para que no se vean. Cuando estaban en las ciudades estaban mucho más presentes en la cabeza de la gente.

Además el traer las cárceles tan lejos de las grandes ciudades dificulta y encarece mucho todo. Encarece las visitas de las familias y el trabajo del voluntariado.

¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta de su trabajo?

Lo que menos me gusta de este Centro: Aislamiento. Sin ninguna duda. Es triste, muy triste y muy duro.

Lo mejor: los Módulos de Respeto y Terapéuticos. Creo que es el paso más grande que se ha dado en las cárceles, tendría que haber cada vez más. También me ha encantado hacer el camino de Santiago con los internos del C.P. Daroca. Fue una experiencia increíble, mucho más que una salida. La convivencia fue buenísima, igual que el comportamiento. Queremos volver a repetirlo.

Nos hemos enterado de que ha recibido un reconocimiento por su trabajo en prisiones…

Pues sí. La idea surgió de Daroca. Me propusieron para la Medalla al Mérito Social Penitenciario y me fue concedida. La verdad, me chocó. Desde luego a nadie le amarga un dulce, y me gustó recibirla, pero lo que de verdad importa es que me gusta mi trabajo, me gusta trabajar con las personas.

Además, siempre me he sentido muy apoyada por “mi Casa”, y quiero dar las gracias a compañeros, voluntarios y a la Dirección de Cruz Roja que hacen más fácil mi trabajo cada día.