Escrito por: Roberto Andrés C. L.

Silenciosa, apacible y temida quietud,

una vez más, reapareces en mi mente desvelada,

pensar, recordar, desvariar en mi tristeza posesionada

y sólo apreciar lo gris que es la soledad.

El gélido calor de una sábana que se convierte en amiga,

es la confidente de tan variados pensamientos,

donde el imparable evo engaña detenerse aquellos momentos,

un punto fijo en el techo acompaña la vigilia

y un canto que se escucha a nada enciende una agonía.

Divisar un oscuro firmamento es un vivo reflejo del alma,

esta utópica realidad día a día se enreda como una larga rama,

de la nada se avecina la esbelta silueta de la mujer amada,

acrecentando las tan benditas ansias de volver a ser contemplado.

La melodiosa sinfonía de la calma

se ve opacada por el enseñante alboroto de emociones,

cadenas alucino que brotan de mi cama,

y tu fasto nombre es una constante reminiscencia de ilusiones.

Dentro de poco el cielo volverá a cambiar su color,

tal cual corazón con tinta de bipolaridad,

este nuevo día mi sueño es inhalar la fragancia de tu amor,

que fulmine de raíz mi agobiante soledad.