Me pongo el mundo por Montero

Con Montero

No sé cómo empezar estas líneas. Se me agolpan los sentimientos, los recuerdos, las vivencias… Tantas y tantas horas compartidas. Tantas y tantas cosas vividas.

Últimamente me preguntan mucho por Luis García Montero. Hay quien considera mi apoyo incondicional casi como una falta de criterio, de objetividad. Es cierto. No puedo ser objetiva con Luis. No puedo ser objetiva porque a mí, Luis no me ha convencido en una campaña sino en el día a día durante muchos años.

Con MonteroCuando conocí a Luis y a Almudena me faltaba un buen rato para ser mayor de edad y siempre, en tantos años, su casa es el refugio al que acudir. Da igual la hora, el porqué, el cómo: siempre te reciben dos sonrisas y cuatro manos amigas. Me han enseñado que la honestidad, la lealtad, la amistad, el amor, pueden mover el mundo, pueden hacerlo mejor, pueden hacernos mejores si vamos con el corazón por delante.

La honestidad, la lealtad, la amistad,
el amor, pueden mover el mundo

Podría dar muchos argumentos, pero sería redundar. Lo que sí me gustaría añadir, es que durante esta campaña donde parece obligatorio que los enemigos afloren, ha sido realmente emocionante constatar el amor, el respeto y la admiración que sienten hacia él todas las personas que se cruzan en su camino. Y eso es mucho más grande que una urna llena de votos.

Es difícil poner la mano en el fuego por alguien y no quemarse. Y más cuando la política anda por el medio. Pues bien, yo me metería entera en la chimenea sin miedo a una sola quemadura.

Por eso, y por un millón de cosas más: me pongo el mundo por Montero.

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