Un modelo diferente

Suenan tambores de cambio en el mundo de la moda. Los cánones estrictos de muchachas preanoréxicas con medidas imposibles están dejando paso a una diversidad estética y conceptual mucho más rica, sugerente y realista. Junto a los modelos exultantes o famélicos que siguen siendo presentados como prototipos físicos al lucir las creaciones de los diseñadores más influyentes del planeta, las pasarelas se están abriendo también a otras personas bastante más ejemplares que las anteriores.

Madelinem StuartMadeleine Stuart es una de ellas: una chica australiana de dieciocho años que está viviendo su sueño de convertirse en modelo internacional. Esta mujer con síndrome de Down fue capaz de cambiar su estilo de vida, haciendo deporte y adoptando una dieta saludable, hasta perder veinte kilos antes de ser elegida para protagonizar diversas campañas publicitarias internacionales. Afortunadamente, no es un caso aislado. La actriz Jamie Brewer, conocida por su papeles de terror en la serie de televisión American Horror Story y con el mismo síndrome de Madeleine, también ha desfilado en la Semana de la Moda de Nueva York. Asimismo, mientras algunas modelos de tallas grandes están aumentando su popularidad, su reconocimiento y su caché, se han empezado a organizar desfiles del máximo nivel protagonizados por personas discapacitadas que lucen los diseños recorriendo las pasarelas sobre sus sillas de ruedas.

En esta misma órbita podría mencionarse también el nombre de Rebekah Marine, una norteamericana guapísima que nació sin el antebrazo derecho y que también está triunfando, como modelo, en medio mundo. Y, por supuesto, el de Winnie Harlow, la canadiense con vitíligo que ha protagonizado la última campaña de la firma Desigual —cuya piel tan peculiar parece, desde luego, concebida para promocionar esta marca por la imagen y el concepto que proyecta—. Esta veinteañera ha sabido ganarse un hueco dorado en este mundo top tan complicado, competitivo y complejo… a pesar de que en sus inicios la llamaron vaca y cebra.

En torno a la publicidad y a la moda siempre se ha planteado un interrogante cultural interesante: estas actividades, ¿crean o siguen tendencias? ¿Determinan realmente la generación de roles, costumbres, usos, ideas y tendencias sociales, o se limitan a reflejar las que ya existen? Es esta una pregunta con respuestas muy contradictorias, en función de quién y dónde la respondan.

Estas chicas imperfectas se aproximan mucho más a lo que somos,
lo que vemos, lo que encontramos en nuestro día a día

Sea como sea, nos encontramos ante una realidad inédita que está acercando la imagen femenina —y masculina— proyectada por la moda a la realidad que nos rodea. Estas chicas imperfectas se aproximan mucho más a lo que somos, lo que vemos, lo que encontramos en nuestro día a día. Aunque, no nos engañemos: todas estas mujeres diferentesMadeleine Stuart, Winnie Harlow, Jannie Brewer, Rebekah Marine o las XXL Robyn Lawley, Candie Huffine y Laura Wells, entre otras muchas— siguen siendo referentes retocados, minuciosamente optimizados en función de unos cánones estéticos mercadológicamente atractivos.

Todos sabemos que la moda y el marketing estudian a los públicos para adaptarse a sus expectativas con criterios crematísticos: no es una crítica, es una constatación. Como publicista que soy tengo muy claro que el trabajo de mi agencia solo seguirá siendo demandado si ofrece resultados, retorno y eficacia a los clientes. En este ámbito profesional, la creatividad es un medio para el fin, no un fin en sí mismo.

La gran cuestión que, a tenor de estas noticias, debemos plantearnos es: ¿se trata la presencia de estas chicas de una moda más, puntual y pasajera, o implica un cambio de paradigma que anticipa un cambio de valores en nuestra sociedad occidental?

La respuesta, solo el tiempo la conoce. Aunque yo, como persona y como profesional, quiero pensar que algo está cambiando en nuestras vidas para que estas mujeres estén siendo elegidas y presentadas, con sus imperfecciones, de modelo para todos.

Sea porque los creadores y los mercadólogos así lo han decidido, o porque nosotros mismos hemos evolucionados y preferimos fijarnos en referentes más cercanos e imperfectos, la realidad es que, por fin, las y los top model han dejado de ser seres estéticos, superfluos y maniquíes huecos para convertirse en personas únicas que lucen nuestras ropas y nuestros accesorios con una historia a cuestas. Emocional, intransferible, humana. Y, en consecuencia, mucho más motivadora y convincente.

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