Mi seño

A OVI

A mí nunca me ha gustado ir al colegio. Inquietud y ganas de saber nunca me han faltado. Pero la forma en que está construido el aprendizaje reglado nunca ha ido conmigo. Estudiar para olvidar y… a por el siguiente examen. Comprender y comprobar poco, pero sacar una gran nota. A ser posible más alta que tus compañeros. Ese mero hecho, ya te hace mejor que los demás.

LucíaMi señoCurioso. No me gustaba el colegio y, sin embargo, escogí un oficio donde su máxima de por vida es: estudiar, estudiar y estudiar. Ser curioso. Aprender sin parar. Observar. Entender. Investigar. Una de las razones por las que me maravilla este oficio es porque jamás dejas de aprender.

Afortunadamente, muchos docentes están comprendiendo que esa forma de estudiar no es la idónea y ya se han abierto colegios donde se aprende haciendo, viviendo, comprobando, compartiendo. Pero ese es otro tema.

Explicaba que a mí no me gusta el colegio porque, con esta premisa, tiene mucho mérito, que, tantos años después, yo recuerde a mi maestra Ovi con tanto cariño.  Me dio clase en 3° de E.G.B. Después cerraron el colegio y le perdí la pista hasta muchos años después. Pasado un tiempo, nuestras rutinas nos reencontraron. La vida me regaló durante unos cuantos años mas charlas, sonrisas y cariño. Después le volví a perder la pista. Supe que se había ido a vivir con un hijo pero no a saber nada de ella.

Sigue teniendo la bondad
pintada en la cara

Hasta hoy. Un whatsapp con una captura de una imagen en las redes sociales llega a mi móvil. Es de mi hermana, que sabe del cariño del recuerdo. Está guapa. Siempre fue una mujer guapa y con el paso de los años lo sigue siendo. Sigue teniendo la bondad pintada en la cara. En cambio, sus ojos, que siguen teniendo brillo, tienen la mirada perdida.

Reza el título de la foto que le queda ya poca memoria, pero que sigue siendo tan cariñosa como siempre. Mi madre dice que la vejez es de quien se la trabaja. Así que no me extraña que, aún con todo, siga igual de cariñosa.

Lo que no la ha librado, por lo que intuyo, de la crueldad de una enfermedad que te come los recuerdos, la identidad. Pero cuando uno siembra tanto bueno, tiene muchas personas dispuestas a ayudar a reconstruir. A seguir siendo.

Gracias por enseñarme que las cosas hechas con amor son las que perduran.

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