La escena cargada de blanco zinc,

marcada con el arrebol rojo esparcido

y pólvora cruzada

La carne estaba grabada,

el alma era ya invisible,

mientras las imágenes retrocedían

y el tiempo se quedaba atrás,

con la mirada sobresaltada

y la cabeza manchada

Luego todo fue volviéndose más verde,

entre todo el blanco y el rojo,

su cuerpo se estremecía,

no alcanzaba a sentir el dolor

ni comprender los colores del cuadro

cuando sonó el disparo

que tiñó con desdén los tonos de su vida

Miramos el suelo

que se volvió tridimensional,

con un contraste denso y sobreexpuesto,

desenfocado y mal pintado de rojo,

con el cuerpo tumbado

todos nos volvimos escépticos

Las uvas derramadas

culminaban con la escena,

estar en el patio de la casa

una tarde de domingo

y terminar el pulso con una bala

y la camisa blanca toda ensangrentada…