Diablos

En cuanto vinieron a buscarme, supe que todo iba a acabar muy mal.

diabloAhora, algunas horas después, tengo un par de costillas rotas, apenas puedo abrir los ojos, he perdido algunos dientes y la sangre gotea de mi nariz.

He sido bueno. He acompañado cada uno de sus golpes con todos los gemidos de los que he sido capaz y me he negado a confesar lo que querían. Les he dado espectáculo, les he dado argumentos. Están contentos y me escupen a la cara que aún no han acabado conmigo, que sólo van a hacer un receso.

Supe que todo iba
a acabar muy mal

Antes de que lleguen a salir de la oscura y húmeda habitación, llamo su atención y sólo, cuando estoy seguro de que me miran, distorsiono mis huesos y me libero con facilidad de las cadenas, empiezo a sonreír, salto a su lado en un segundo y dejo que sientan en sus narices mi inconfundible perfume de azufre.

Me encanta su gesto de sorpresa cuando descubren quien soy y el olor que tiene su miedo cuando mi sonrisa les susurra: “Mi turno”.

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