Bulos y prensa

Nuevamente mi país se ve alarmado con la atención mediática ante la desaparición de un niño. Un pequeño de ocho años del que no se sabe nada. Muchos niños desaparecen, pero solamente unos cuantos se comen los medios durante un tiempo hasta que la noticia deja de ser jugosa. Por un lado lo comprendo, dar visibilidad al caso, debería ayudar. Pero, el caso de este niño me ha hecho saltar la alarma no solo por su desaparición, también por el trato de la noticia por parte de los medios.

Ante todo, mi respeto y comprensión ante los progenitores.

La desaparición se ha dado en un pueblo muy pequeño con una veintena de habitantes. Algo propio de los pueblos pequeños son los bulos, las mentiras, las pequeñas rencillas a veces heredadas, las vulgarmente llamadas habladurías. “No pasa nada” cuando dichas habladurías no salen del circo del pueblo y no se investigan, ya que normalmente no tienen base… Porque normalmente las habladurías no son más que mentiras o normalidades sacadas de quicio para así, poder “cotillear”.

prensa

Pero el problema que me alarma, es como los medios uno tras otro, han dado crédito y valor a los bulos como si fueran sentencias papales para un cristiano. Cualquiera era escuchado, tuviera pruebas o no, estuviera contrastado o no, tuviera algún tipo de base lógica o no, llevando a las habladurías y embustes al rango de premisas válidas y ciertas. Al entender esto como cierto, modelas la conciencia social a creer cosas que no son reales. Con el consecuente acoso por parte de las redes sociales. Llegando incluso a sumar al dolor de esa familia por el constante tintineo de las redes plagadas de mentiras que ellos creen verdades.

Cuando un medio, ya sea televisión, radio, escrito, tiene cierta responsabilidad. Dicha responsabilidad parece limitarse a: “Yo simplemente me hice eco, traslade un pensamiento. No tengo responsabilidad ante lo que dicen las personas”.

Como si los medios de comunicación fueran unos santos inocentes que no saben del poder que tienen en sus manos. Incierto, tras tantos años de periodismo, de prensa amarilla, rosa y cualquier otro color, simplemente saben lo que vende y las habladurías venden.

Demostrando así, que la verdad, es algo que no importa porque no entretiene tanto. Entonces te das cuenta que el periodismo ha muerto en pos de algo más parecido al pan y circo de los romanos.

Los bulos venden, bienvenidos los bulos vengáis de donde vengáis. Al final, la noticia dejará de tener jugo y se pasará a otra actualidad, mientras los familiares del niño, dañados por todo lo dicho te quedarán solos lamiendo sus heridas.

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