Libertad para soñar amando
Escrito por: Fco. Javier H. C.
Aguardar es contar, uno a uno, los minutos que me separan de ti.
Es sumirse en la nostalgia del deseo y llenarse los ojos de relojes.
Es tender un puente entre el recuerdo y la esperanza.
Es tener una lámpara encendida… y todo en su lugar, todo dispuesto para tu llegada.
Que pueda el camino subir hasta alcanzarte.
Que pueda el viento soplar siempre a tu espalda.
Que pueda el Sol brillar cálidamente sobre tu rostro y las lluvias caer con dulzura sobre tus campos, y hasta que volvamos a encontrarnos que Dios te sostenga en la palma de la mano.
La tarde me dice adiós mientras me deja un recuerdo, mientras el cariño que tengo va entre las sombras creciendo.
¡Ay, como me duele ahora por mi olvido su silencio! ¡Ay, tarde, cuánto te diera por encontrarla de nuevo! Tarde, la tarde grande y pura, radiante de expresión, aire cristal, rumor frescura, vida del nuevo corazón.
Podrá nublarse el Sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con un fúnebre crespón;
pero jamás en mi podrá apagarse la llama de tu amor.
Sigues durmiendo tras la noche fría,
pero la luz del Sol
ya da forma concreta a tu rostro dilatado del alma.
No quieres despertar y lo demuestran
las dos lunas crecientes que forman tus pestañas.
Tus labios entreabiertos besan sueños calientes
y descuidados dejan que escurra una babilla
como un hilo de plata que te une a la almohada.
Tu respiración sigue pareciendo milenaria,
como exhalaciones de un volcán pequeño.
Tus besos de ayer… tus besos de hoy que fueron, que son tu besos
¡Tus besos!
Fueron tus besos de ayer, una puerta que se abría
y una mano que pedía mendigando un corazón.
Y yo te salí al encuentro comprendiendo tu mirada
mientras mi pecho abrigaba el comienzo de un amor.
Fueron tus besos después lo mismo que tu cintura,
tu pelo y tu figura una especie de locura que me embargó el corazón.
Fueron tus besos después, entonces fueron tus besos,
una cara mercancía por la que yo me moría sin respuesta ni razón.
Tus besos de ayer tus besos de hoy que fueron, que son tus besos.
Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
Es, ya lo sé, el amor: La ansiedad y el olvido de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.
Hace mucho que espero.
Tal vez desde aquel día
busqué (sin bien saber)
tu cuerpo verdadero.
Me extravié después
por senda que aún recuerdo.
Mas buscaba tu cuerpo.
Y pronto me di cuenta
que era pobre el sendero.
Inmensa la belleza,
pero ángeles sin vuelo.
Te estoy aguardando ya
bien consciente y muy cierto.
Ves, yo sé bien cómo eres,
sé la flor de tu sexo;
pero además conozco
mi sed y tus secretos:
Lo que la mano habla
y los labios de fuego.
Y la amistad profunda,
la pasión de irse viendo.
No me importa que seas,
tu vida ayer o luego.
Sé que en ti será el mundo
como un día perfecto.
Ven, seco estoy de buscarte.
Sácame de este infierno.
Tu rostro de dios joven
es luz en mi desierto.
Mira cómo te espero
venga pronto ese día
en que encuentre (y conozca)
tu cuerpo verdadero.
Noche es el día hasta que verte no consigo;
día las noches que soñando estoy contigo.
Y de repente un beso mío se abre en tu mejilla,
y suena como eclosión precisa
capaz de perforar el cascarón de un sueño.
Dejad que pueda soñar
los sueños que se despiertan
se van lo mismo que el viento
por eso quiero soñar que
cuando sueño durmiendo
siempre lloro al despertar,
dejad que invente mis sueños
que yo pueda regalar
que los sueños siempre tapan
la cruda realidad,
dejad que siga mi rumbo
no me preguntéis nada
que guarde lo que yo siento
en el fondo de mi alma.
Cuantos sueños se quedan en el camino,
cuantos deseos sin realizar…
Y recordaré ese día que yo estaba triste en mi celda pensando, pensando:
¿Cuánto de cárcel me queda para abrazar a los míos?
¡Libre de toda condena!
Pero sueño que algún día al despertarme los vea y lloraré de alegría
Aprende de los audaces,
de los fuertes,
de quien no acepta situaciones,
de quien vive a pesar de todo.
Y esto es triste relato
de una celda de prisión
donde siempre es tan difícil
que alguien te de calor.
* 1º Premio categoría Poesía en el Certamen ”Picapedreros” de Poesía, Guión y Microrrelato 2016 para centros penitenciarios
