Anécdotas de un camarero (cap.4): Con generales en Sevilla
Escrito por: Dionisio G.
Cuando contaba 19 años de edad tuve que incorpórame a filas, que por aquella época era obligatorio. Aunque era joven, ya tenía una amplia experiencia de camarero y ello me facilitó un buen destino, nada más y nada menos que en la Capitanía General de la Región Sur, Ceuta y Melilla, que se ubicaba en el centro de Sevilla, junto al Parque María Luisa.
En dicho edificio estaba el mando general, los juzgados militares y la residencia del capitán general Larraínzar. Al principio estaba destinado en la cafetería de oficiales, donde servíamos bebidas, tapas y bocadillos a oficiales, suboficiales, visitas externas y tropa, que estaba compuesta esta última de soldados de servicio; oficinistas, informáticos, el cuerpo de correos, médicos, enfermeros, albañiles pintores, etc., La a la Policía Militar (PM). Esta cafetería era de un tamaño considerable, tenía una barra en forma ovalada y en su centro había una isla de estantes para las bebidas y la cafetera, la verdad es que su diseño era un acierto, porque nos permitía trabajar a 4 o 5 camareros a la vez. Aún así teníamos que trabajar a un ritmo alto si queríamos que todo el mundo quedase conforme. Cierto día aparecieron unas visitas de fuera que no eran militares, llevaban esas camisas azul cielo que suelen llevar los jubilados, uno de ellos llevaba el pelo canoso al igual que sus enormes patillas a lo Curro Jiménez, este tenía la voz un poco subida de tono y no estaba dispuesto a esperar su turno, cosa que nosotros llevábamos con todo el rigor posible. Decía “el patillas”: ¡Oye guillo! Vente paca!
Yo le respondía respetuosamente: Si señor, enseguida que le toque le atiendo y seguía trabajando, cada vez que atendía a otro que no era él, decía: este no sabe con quién está hablando!,
Cuando ya le tocaba me dijo: chaval, tú no sabes quién soy yo? No, le dije, es la primera vez que le veo, yo soy el hermano mayor de Alfonso Guerra! ¡Contestó él, de acuerdo, encantado de conocerle, que le pongo?
Me contesta: ¿que no te lo crees? Y me sacaba el carnet de identidad, enseñándomelo, yo le dije: Señor si yo le creo, pero tengo orden de llevar un estricto control de turnos. Como estuve más bien diplomático al final nos hicimos amigos y el sr. Antonio se fue después de 2 horas un poco perjudicado.
Pasados 6 meses me ascendieron y me destinaron 3 plantas más arriba, donde se encontraba la cafetería del estado mayor. Era esta una cafetería muy coqueta con paneleados de madera de roble en sus paredes decoradas con cuadros de pintura al oleo con motivos militares, el techo era un artesonado precioso, en su cara sur había un gran ventanal que tenía una vista privilegiada al parque de María Luisa, con sus jardines, fuentes y un pequeño lago. Desde Capitanía General, cada cierto tiempo se organizaban maniobras militares con el fin de poner en práctica la operatibilidad de nuestras tropas en todo el territorio andaluz, siendo Capitanía el centro de mando y coordinación en todo el territorio andaluz Ceuta y Melilla.
Eran 3 días de maniobras, tres días muy intensos y teníamos que estar en nuestros puestos muchas horas, había mucha gente andando y corriendo por los pasillos, en la cafetería éramos 3 y no dejábamos de hacer cafés, infusiones y calditos calientes (que se elaboraban con media pastilla de caldo avecrem, agua caliente y un chorrito de fino), además servíamos al centro de operaciones, allí estaba el Capitán General, varios generales, además de sus asistentes, coroneles y comandantes, equipos informáticos, etc. y en el centro una gran maqueta de Andalucía, donde estaban distribuidas las tropas y vehículos que participaban en las maniobras. Estaba la brigada motorizada de Cerro Muriano (Córdoba) con sus tanques y tanquetas, la brigada de montaña de Teruel, situada en sierra nevada, legionarios de Ronda, varías de defensa costera y el grueso de infantería.
Como nos tocaba estar de guardia en el día clave de más actividad, eran las 3 de la madrugada cuando entró el coronel Castillo, que era el asistente del Capitán General y nos hizo un pedido de varias manzanillas cafés y calditos, ni que decir tiene que los pedidos del Sr. Larrainzar tenían prioridad suprema y cuando los tuvimos hechos nos dirigimos Jordi, con las manzanillas y calditos y yo con los cafés a la sala de operaciones cuando de pronto me di cuenta de que Jordi no seguía conmigo, me giré para buscarlo y divisé que estaba parado al lado de la maqueta y se le habían caído varias manzanillas encima de ella, estaba el liquido por Jaén o Córdoba y las miniaturas allí colocadas (muñecos, tanques, camiones, ambulancias) estaban volcados y mojados encima de la gran maqueta, corrí rápido en auxilio de Jordi y en un visto y no visto, recogimos el liquido, los vasos y levantamos camiones y figuras que volvimos a colocar de pie, pero sin ningún recuerdo de donde estaban ubicados anteriormente.
Los que sí se darían cuenta, y no estarían muy contentos fueron las tropas, mandos y vehículos al día siguiente ya que nosotros habíamos colocado al azar todos los muñecos caídos y al ponerlos de pie habíamos desplazado sus coordenadas de ubicación entre 100 y 300 kilómetros afectando a entre 600 a un millar de militares y vehículos en plena madrugada..