El poder que le damos a las palabras

Negro, gorda, flaca, sudaca, judío, moro, gitano, y un largo etcétera, suponen términos que nos rechinan entre los dientes. Son solo palabras, que definen cosas. Ellas no son culpables del poder que depositamos sobre ellas. Son simplemente conjuntos de letras que enlazan un concepto con un significado.

Las palabras tienen tanto dolor cosido a ellas, como el que a través de los años se ha ido dotando por parte de la sociedad. Por eso es necesario enfrentarse a los demonios de las palabras, dejar de pensar que Negro o Gorda, son insultos y verlos como una definición de algo. Una persona de dicho color, o una persona de dicho peso.

Porque no hay que engañarse, cuando los afectados por las palabras que chirrían, comiencen a desmitificarlas dejándose calificar por ellas con toda la inocencia que posee una palabra no manchada por la humanidad. Justo entonces, el lenguaje comenzará a servir para lo que fue creado, dejando inmaculadas todas esas palabras manchadas y convertidas en puros tabúes de la sociedad actual.

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El bien pensar, el buenismo que prefiere los eufemismos al rescate de las palabras, solamente las señala más, convirtiéndolas en armas aún más dañinas una vez que se deciden a ser usadas. Cuando normalizamos términos, estamos además normalizando a los Negros y Gordas, ya que el constante uso fuera de su mal uso hace que dichas palabras paulatinamente dejen de sonar en nuestros oídos como uñas atravesando pizarras escolares.

El poder reside en la capacidad que otorgamos, el lenguaje ofende cuando su significado trasmuta por la imposición social. Deberíamos forzar los días en los que una persona pueda llamarse gorda a  ella misma sin que ello suponga una ofensa, o trauma profundo en su autoestima. Lo mismo para cualquier tipo de término despectivo que tú, el que estás leyendo, te ofenda o uses para ofender a los demás.

Claramente hablo de términos normales ensuciados por la sociedad, no mezclemos con palabras hechas puramente para ofensa como puede ser el vocabulario soez o típico/tópico de cada zona. Esa es una historia mucho más profunda y compleja. Si aún no hemos logrado desmitificar y normalizar gorda, ¿Cómo hacerlo con zorra, puta y un largo etcétera de cariz machista, y otras caras típicas de ofensa como las Homofóbicas?

Piano, piano. Vamos a empezar como los niños en el colegio, primero los términos básicos y cuando lo logremos, nos meternos en cosas de mayores. A las gordas, a los negros, a los judíos, moros y ese largo etcétera, solamente queda decir una cosa. Puede que al principio duela, pero en nuestras manos está el dejar que esas palabras tengan o no poder sobre nosotros.

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