Emigrantes y mestizos

Cuando sientas que todo se fue,
que la estrella su rumbo perdió,
que el espejo no sabe de ti…

La Estrella Perdida.  Carlos Cano

 

¡Vaya polvareda levantaron esos hombres que entre las faltriqueras y las alpargatas viejas escondían la tristeza de la derrota! Derrotados por el odio de sus compatriotas pero enemigos de clase, fanáticos conservadores de lo propio y de sus privilegios. En los años del miedo, del golpe de estado de los poderosos, de los militares, ultras religiosos y de los monárquicos, esos obreros, esos españoles de a pie eran los republicanos, muchos de ellos pobres o incultos, pero todos decididamente defensores de su dignidad y de sus derechos. Después de la contienda, derrotados y represaliados por la fuerza de las armas y del poder económico, entraron en los campos de concentración o fueron prisioneros en las cárceles del odio, con sufrimientos extremos. A veces solo por el hecho de ser partidarios de un gobierno legítimo, por ser de izquierdas o simplemente por no rezar lo que los fascistas querían que rezaran.

Inmigrantes-1Los que se libraron del paredón, sin juicio o juicio sumarísimo, o del consejo de guerra militar que los condenaba a muerte o a cadena perpetua, tras la derrota de las fuerzas del eje nazi-fascista, empezaron a ser una molestia para el Nuevo Régimen autoritario, presionado además por las pseudo democracias occidentales. El nuevo régimen empezó a cansarse de destinar recursos a fusilar y a torturar a todos esos miles de prisioneros que aun retenía desde la contienda en trabajos forzados y en sus prisiones, por eso, eufemísticamente, fueron amnistiados o simplemente liberados. Reenviados a sus lugares de origen, al volver a sus viejos hogares, no eran más que parias pobres, desnutridos, enfermos y evidentemente sin trabajo ni facilidad para conseguirlo. Por eso era obligado o morirse de hambre o hacer la maleta y emigrar a un lugar incierto. Poco antes de los años cincuenta y hasta finales de esa década se produjo la primera gran migración de españoles de la postguerra que fue especialmente sangrante en el sur de la Península.

Arrastraron sus bártulos hacia donde hubiera un rincón donde recuperar un mínimo la dignidad perdida. En sus nuevos destinos la lucha y el trabajo cambiaron su futuro, con más o menos fortuna. Lucharon por la vida, aprendieron idiomas, como decia Carlos Cano en una de sus coplas, pero no se olvidaron nunca de sus orígenes ni de sus viejas canciones.

emigrantes_españolesLos otros catalanes, como los llamaba Francisco Candel en uno de sus libros de los años setenta sobre la emigración, o los otros franceses, belgas, suizos o alemanes, eran además de los represaliados españoles, todos aquellos que se libraron de los campos de concentración franceses o del exterminio nazi o los miles y miles que encontraron un lugar, muchas veces entre chabolas suburbiales, en Madrid, Cataluña, Euskadi o Aragón.

Aquellos hombres  se fueron adaptando a su nuevo pais de acogida, poco a poco se fueron integrando. Algunos reicieron sus vidas reuniendo de nuevo a sus familias en el lugar de destino. Otros se casaron con catalanas o vascas o con francesas, belgas o alemanas y tubieron hijos que por lo visto ya no eran españoles.

Ha  pasado más de medio siglo y aquellos emigrantes ya son muy ancianos o se han ido de este mundo. Sus hijos y sus nietos son ahora de esa tierra, la que hicieron suya porque en ella nacieron, crecieron, se educaron y en la que trabajan y viven. Tienen dos lenguas y dos culturas. Soy uno de ellos.

Los que son como yo somos los hijos y nietos más o menos mestizos de los viejos emigrantes. Convivimos, junto a otros nuevos emigrantes y con todos esos que se creen pura sangre pero que descienden igual que nosotros de otras etnias que emigraron hace más o menos tiempo, aunque ya no tienen memoria de ello. Cuantas sorpresas se llevarian algunos racistas actuales con muchas generaciones de castellanos o gallegos en su memoria familiar, por poner un ejemplo, si les hicieran un análisis de su ADN o de las células mitocondriales.

Actualmente hay otros miles de emigrantes que estan viniendo del Africa profunda o del Oriente próximo. Hay un par de preguntas que me hago con frecuencia ¿los hijos y los nietos de aquellos antiguos valientes que buscaron su futuro y el de sus hijos en la emigración, aun somos emigrantes o ciudadanos de segunda clase? y ¿los nuevos emigrantes hasta cuando lo serán? Pero la pregunta más importante en mi opinión es: ¿no somos todos los habitantes de la tierra seres humanos, con las mismas necesidades y con los mismos derechos?

 Federico Baena Lorenzo

Imprimir artículo Imprimir artículo

Comparte este artículo

Deja un comentario

Por favor ten presente que: los comentarios son revisados previamente a su publicación, y esta tarea puede llevar algo de retraso. No hay necesidad de que envíes tu comentario de nuevo.