Separaciones que no
Pedrito está contento, porque le encanta el chocolate con picatostes, haga quien lo haga. Adela no lo tiene tan claro, hizo hace poco la comunión y de vez en cuando, aunque le gusten las visitas, se pregunta si debe confesarse. En cuanto a mí, la mayor, soy quien tiene la peor parte; por un lado, he de contestar a las preguntas que me hace madre sobre padre y su nueva vida; por otro, he de lograr que padre inicie esa nueva vida y deje de pensar en su mujer que está, aunque no lo haya admitido todavía, muerta y enterrada.
