La vergüenza cotidiana
Escrito por: José Manuel G. S.
Adanu sintió como los ojos se le inundaban de incipientes y gruesas lágrimas, que amenazaban con desbordarse por su castigada piel africana; quemada por el efecto del agua marina y los despiadados rayos del sol, que gobernaban el escenario, hermoso y cruel.
Subido en una de las olas que lo arrastraban, pudo divisar en lontananza la tenue y fantasmal envergadura de la costa española» Adanu, hombre criado en las llanuras del África central, no estaba habituado a la inmensidad inestable del mar, que le obligaba a danzar caóticamente entre las enormes olas sobre las que “navegaba” peligrosamente sin rumbo, causándole una sensación de desamparo y perdición en lo más profundo de su indómito corazón nómada.
A la vista de tierra -la tierra prometida- Adanu ya no pensaba en los casi 5000 Kilómetros que había recorrido de las maneras más inverosímiles > en la perdida de los miles de Euros que había depositado en las manos de aquél, que antaño, podía haberle mirado como un hermano y no como a una mercancía; en los compañeros de viaje devorados por el mar tras el “accidente”. Ni siquiera pensaba ya en los seres queridos que le esperaban, contando los días y sufriendo las noches, con la única codicia que se podían permitir: verle regresar.
Adanu no lo sabía, pero el aire contenido en aquél miserable flotador que lo mantenía sobre las olas del estrecho se extinguía. El sólo anhelaba arriar, encontrar una mano amiga y prosperar, prosperar, prosperar…prosperar para vivir. Adanu no escatimó ni un segundo de la esperanza, que albergó en su corazón, hasta que éste no pudo albergar más que agua salada. Y en el mar de las esperanzas marchitas, sus restos se unieron a la cofradía de los marineros perdidos.
* 1º Premio categoría Microrrelato en el Certamen ”Picapedreros” de Poesía, Guión y Microrrelato 2017 para centros penitenciarios
