Vivos

Caballeros en corceles aguerridos
derramaban la sangre de mis enemigos
en las tierras yermas, sin cabeza
encogido en la caverna de los olvidos
me desespero con bostezos y pereza
cabalgaré desnudo en un avestruz
con mi libro de poemas
clavado en mi omoplato
y por yelmo, la corona de espinas
chorreando la savia de mi cuerpo 

caballeros

llegaré a tiempo al altar de la cruz
para disertar sobre la pandemia
y las fiebres tifoideas de ultramar
me esperan, eso sí; sin trompetas
y los besaré a la sombra
a modo de saludo, sé que les apasiona
dejaré el látigo en el dodecaedro
no lo necesito
le pediré cuentas a sus almas marchitas
y me despediré, del Guerrero del viento
apretando en el cuello, al Hechicero
se rendirán a mis pies cautivos
y me oirán cantar al silencio
¡Vivan los que queden vivos!

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