Misión en México: Días muy duros

13/10/2021

Ayer fue un día duro. Una nueva niña llegó a la Casa Hogar. Tiene ocho años. Vino a platicar pero estuvo casi todo el tiempo derramando lágrimas. Su padrastro estuvo abusando de ella desde los cinco años. Ahora él está en la cárcel. Pero ella también está encarcelada en la cárcel del miedo, de la indefensiôn, de la fragilidad. Sin apenas instrumentos para poder recolocarse. Me quedé sin apenas palabras. Sólo supe estar al lado suyo, secar sus lágrimas. Un gesto al final me dio esperanza. Cuando me iba de la Casa Hogar vino corriendo para abrazarme. Es un buen comienzo. Ojalá cada semana vayamos dando un pasito para reconstruirnos.

A continuación, tuve una cita con una mujer que llevaba 22 años soportando los maltratos de su marido. Hace un par de semanas ella lo corrió de casa. Ya no podía más. Ella dice que la fe le está ayudando en estos momentos porque duerme tranquila, sus hijos están mejor y ella empieza a confiar en sí misma. Estuvo tanto tiempo atada porque tenía mucha inseguridad, cuando ella era niña no sintió el amor de su mamá. Me impresionó una frase que ella le dijo a su mamá : “Mamá, tú nunca tendrías que haber tenido hijos“. Ella se iba de casa con sus galanes (fue la palabra que ella utilizó) y cayó en las drogas. Una historia familiar muy desestructurada. Le dije que si sus hijos querían platicar conmigo también estaba disponible. Tienen 14, 18 y 22 años. Y han sufrido mucho tanto a su papá como la indeterminación de su mamá.
Misión

14/10/2021

Buenas tardes, Padre. ¿Cómo está? Ha ocurrido una fatalidad. A mi marido le dieron un tiro en la cabeza. Mandaron el vídeo a su hermana. Ya le conté que estaba mal y que andaba metido con los del cártel. Le dispararon por detrás y el disparo salió por la frente. Estoy desolada porque no sé dónde lo dejaron. Tengo miedo de ir a la policía porque dicen que hay algunos que están con ellos y que si lo denuncio irán a por mí. Padre, me da mucha pena no poder llorarlo, despedirme, enterrarlo. Rece para que dejen el cuerpo en algún sitio donde yo pueda encontrarlo. Tenía mi nombre tatuado en su brazo y cada día entro en la página del Servicio Nacional de Desaparecidos para ver si veo la foto con el tatuaje. Padre, ¿lo habrán descuartizado? ¿Lo habrán metido en ácido? ¡Qué pena, Padre! Me da todavía más pena ver a mi hijita de 13 años pegada al celular esperando la llamada de su papá… que ya nunca la llamará. No sé ni cómo decírselo. ¡Qué pena, Padre! Rece por él para que Dios le perdone todo el mal que hizo. A él no le dio tiempo de pedir perdón pero yo lo hago por él. ¿Verdad que lo hará, Padre?
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