-Santiago, todos –no solo los historiadores- deberíamos rebelarnos contra el uso perverso de la historia, el que hacen los que quieren vivir anclados en el pasado, los que no ven el presente (este casi no cuenta porque es muy efímero, se puede considerar inexistente, hace un ratito ya era pasado) ni vislumbran cómo debe ser el porvenir, para nuestros hijos, para nuestros nietos.

Para colmo de males, si lo que se trata es imponer una visión fraudulenta del pasado, nunca mejoraremos nuestro futuro que se basa, precisamente, en la educación; que no debe tener su argumentación en generar odio al contrario sino establecer el camino del diálogo constructivo.

-César, si el régimen democrático se corrompe, si aparecen jueces venales y políticos corrompidos y prevaricadores, si se falsean los testimonios, si triunfan el cohecho y la corrupción, esa democracia degenera convirtiéndose en una ficción (con el consiguiente peligro de la aparición de un Catilina como en la época del esplendor de Roma) que puede desembocar en una guerra civil… el peor escenario imaginable.

-Tenés razón Santiago, pero hay además otro aspecto relacionado, y es la burla que hacen los políticos de la voluntad popular, políticos que hacen componendas asociándose para lograr mayorías que los votantes habían otorgado a otros. Lo mencionamos en un Diálogo anterior. Esto está ocurriendo en España desde hace 4 o 5 años de inestabilidad y creo que se hace necesario un cambio. Creo que en el Diálogo nº XIV mencionamos la necesidad de elecciones a doble vuelta, el “ballotage” en el que en la segunda vuelta participan solamente los dos candidatos más votados si nadie obtuvo la mayoría requerida.

-César, casualmente hace poco leí esto:

“Un fenómeno éste que se ve reforzado por el llamado ilusory truth effect, el efecto de verdad ilusoria, investigado por los psicólogos desde los años setenta: cuantas más veces escuchamos o leemos algo, más nos inclinamos a creérnoslo”. Un estudio del Europe’s Journal of Psychology realizado en 2012 concluía que la exposición a noticias falsas incremente la percepción de que son verdaderas o, al menos, plausibles. Y otro trabajo científico elaborado en 2017, firmado por Gordon Pennycook, Tyrone Cannon y David G. Rand al hilo de las fake news (o bulo como se ha llamado siempre) y su influencia en las elecciones en que venció Donald Trump, incide en la misma línea: la segunda vez que escuchamos una información resulta más creíble que la primera. …hemos visto en episodios recientes, ya sea las elecciones de EE.UU. o la crisis catalana: una estrategia, unos agentes propagandistas (periodistas, ONG, políticos), unos tontos útiles (periodistas, ONG, políticos) y un público crédulo. Además, internet.

-Mirá Santiago, basándome en lo que vos decís realicé una combinación de conceptos propios, aunados con los de un artículo de Máriam Martínez-Bascuñán editado en El País (España, 19 de mayo 2019, p. 17): ¿Es el futuro vivir anclados en el pasado?

La exposición a noticias falsas incrementa
la percepción de que son verdaderas

Partir de una falacia demonizando al otro –y aún si admitimos que no se trata de una falacia- es un síntoma de la debilidad de sus argumentos, es lo que los psicólogos llaman “narcisismo infantil” y los filósofos “el yo ampliado”. En última instancia, es la reacción infantil de los que viven el pasado obsesivamente, tan anclados en el mismo que son incapaces de vivir el presente y –lo que es peor- incapacitados para prever un futuro.

¿Por qué lo hacen? Porque creen que ensuciando la imagen del que piensa distinto, hacen más creíble su visión de las cosas; claro que surge otro problema y es que ni siquiera tienen visión de las cosas al vivir anclados en el pasado. Lo único que buscan, su única prioridad, es la crispación, azuzar el conflicto. En España –según Máriam Martínez-Bascuñán con la que coincido- tenemos actualmente los dos representantes que más simbolizan este infantilismo de búsqueda de la crispación: Puigdemont y Albert Rivera. En Argentina, basándome en los correos que circulan por Facebook (los famosos “pásalo”) me da la impresión que son numerosísimos, lamentablemente.

-Y cada vez más en la medida que no se ponga coto a esta masiva influencia de las redes sociales.

-¿Y cómo se logra? Porque no creo en lo compulsivo, en las prohibiciones.

-Es siempre lo mismo, César, con EDUCACIÓN.

-Pero para que la educación sea igualitaria, para que todos los niños y jóvenes tengan las mismas oportunidades, esa educación debe ser pública y gratuita. De lo contrario se favorece el elitismo y se condena al ostracismo y al rencor a los que parten con desventaja en la vida. En suma, al aislamiento, a la ausencia de educación y a delinquir; pues si la delincuencia aumentó desproporcionadamente es precisamente consecuencia de la desigualdad cada vez más amplia. Pero para que haya igualdad entre nosotros, te conmino que no llenes tu copa con más brandy que la mía. Arrivedercci.