Fue el sabalaje barrial

con su lunfardo en los labios,

quien apodó con resabios

al servidor policial,

así lo supo llamar

“taquero”, “yuta”, “botón”,

“cana”, “milico”, “polizón”,

“chafe”,”tira” y otras yerbas,

y en medio de esa monserga

El nos daba protección.-

 

A pesar de los apodos

aquel viejo “vigilante”,

andaba lo mas campante

con el pueblo codo a codo,

nadie le tenia encono

como tampoco temor,

porque fue con su labor

el guardián de los honestos

y en su ronda estaba presto

a ofrecernos su valor.-

 

Hoy los tiempos han cambiado,

ya no hay rondas ni paradas,

las casas están cerradas

y los patios enrejados,

el “poli” va resguardado

con chalecos antibalas,

hoy el mal los acorrala

y el marginal le hace frente,

poniendo sobre su frente

su pistola empavonada.-

 

Si el milico se retoba,

el chorro no se amedrenta,

y así empieza la bailanta

en estos tiempos de ahora,

por eso mi mente añora

aquel tiempo que se ha ido,

cuando el chorro perseguido

sabía perder con honor,

sin matar al servidor

que lo había detenido.-

 

Hoy se entrecruzan las balas

y puede morir cualquiera,

en medio de balaceras

que de muerte, es la antesala,

hoy un arma es la bengala

que alumbra a la impunidad,

y es la cruel enfermedad

que hoy nadie sabe curar,

y solo podrá sanar

si hay justicia de verdad.