Escrito por: Carlos G. R.

Seguro que cada día está más hermosa,

Y lo puedo ver ¡!duele tanto ¡!

No existen trágicas casualidades,

Solo se nace una vez o eso dijeron.

 Todo pasa a una velocidad descomunal,

Y tú ya no estás…teníamos alas,

alguien nos las cortó, mientras estábamos dormidos.

Junto a ti, aprendí a volar, dejando lejos, muy lejos el suelo.

Juntos tu y yo, inventamos palabras de amor,

Palabras que nunca se habían oído.

Los golpes ya no duelen,

Solo escuecen viejas cicatrices.

Dime dónde vas ¡dímelo!   

Descubre el lugar, y te encontraré, tu eres mi radar…sé que no volverás…. 

encontrarnos de nuevo.

Viejas cicatrices, camufladas por el tiempo, a veces creo que me muero, y me pudro en esta celda absurda.

Lágrimas de heroína, nunca fue culpa tuya.

alma mía nunca fue tu culpa. 

Yo me desangro por dentro…amor violento.

Agonizando en la penumbra, nunca fue culpa tuya,

Y yo me pudro en esta celda absurda, lágrima de heroína-

Amor violento y agonizante, me odia en su tumba.

Un árbol podrido me observa ahora, atentamente, y me ofrece sutilmente el esparto de una soga…que me parece peligrosamente…suave.

Nunca fue culpa tuya.

Amor violento agonizando en la penumbra,

Oscura y hostil, pero extrañamente acogedora.

La soga del árbol podrido, cada vez más seductora me abraza con delicada sutileza.

Me sigo pudriendo en esta celda…lágrimas de heroína.

Nunca fue culpa tuya…

Nunca lo fue culpa tuya.

* 1º Premio categoría Poesía en el Certamen ”Picapedreros” de Poesía, Guión y Microrrelato 2018 para centros penitenciarios