Donde no haya mentiras

“Yo te creo”, pero dudo que mañana cuando vuelvas a casa y te sientes en el sofá a leer el periódico, sin echarme ni siquiera una mano en bañar a los niños y preparar la cena, porque claro, lo dices tan alto que me rompes los tímpanos, tú eres el macho ibérico, el que trabaja todo el día en la oficina, como si mi trabajo en la zapatería lo hiciera por placer. Que si no fuera por lo que tú ganas, con mi sueldo nos moriríamos de hambre. Y además, coño, llegas cansado y sin ganas de nada. Como si una no llegara también.

_rafagobantes97f0b7e4_4d56c52d_thumb_468Yo te creo hoy. Te creo cuando dices que a partir del lunes me echarás una mano y todo va a ir bien, que no me preocupe. ¿Pero podré creerte mañana cuando vengas y seas más de lo mismo? Me asombras cuando hablas de la igualdad entre hombres y mujeres, pero para echarme una mano en casa, no. Quizás hay una mujer. A lo mejor tu secretaria. Que ya me dice Palmira: ándate con ojo Marisa, porque todas las secretarias resultan ser amantes.

Yo te creo y quiero situarte en ese punto del mapa donde no haya mentiras. Donde siendo los dos y un tanto diferentes, seamos los dos en uno. ¿Dónde quedó el amor de los primeros años? ¿Por qué ya no me abrazas ni susurras te quiero? ¿Por qué vienes y vas pero ni estás ni vienes porque pareces mudo y en un mundo que sólo es tu mundo?

Ya no sé si creerte o morirme de pena y dejar que tú campes a tus anchas, tétrico en la igualdad de puertas para afuera y un cabrón aquí dentro que se calla, come, me abre de piernas cada noche para reivindicar que eres el macho y si me pongo chula me estampas un guantazo.

Yo te creo…

Imprimir artículo Imprimir artículo Etiquetado como: ,

Comparte este artículo

Deja un comentario

Por favor ten presente que: los comentarios son revisados previamente a su publicación, y esta tarea puede llevar algo de retraso. No hay necesidad de que envíes tu comentario de nuevo.