86 madres
Escrito por: Francisco José A. A.
Es enorme el recuerdo que vive en pie de una madre coraje, ocupa todo el espacio hasta lo inimaginable. Llena la consciencia de todas mis horas inabordables. ¿De qué materia ó aleación, está hecha una madre? La mía es de acero inolvidable. No tuvo padre porque era un navegante naufrago. No conoció a su propia madre siquiera un instante dulce, ocupad en perder su vida, entregándole la vida propia.
Carmen es hoy tu hija y fue la madre de tu madre, la memoria de tu piel. Un puño absurdo a lo alto para franquear un control incivil por un puñado de arroz, un sorbo de aceite. Lágrimas de mayor estatura que la tuya cuando tus seis años de huérfana vida se vieron cercenados estallando en esquirlas de metales innobles, punzantes, que desgarran. Gajos de carne inocente triturados por mor de la cruzada infame de aquel tipo de voz aflautada e ínfulas de mariscal de serrín sangriento a quién si cualquier dios minúsculo existe, evitaría.
La deflagración se te ha llevado ese brazo izquierdo con cuyo muñón esculpes coscorrones. El ojo de ese lado se te hizo un trocito de azul cielo cristalino que desde ya vestiste con discreto ropaje confeccionado en vidrio ahumado. Tu rostro, tu cuerpo, lleva impreso en surcos de metralla tu sino: hecha a ti misma. Nacida para sufrir, un tatuaje cincelado sobre piel blanca. Esta madrugada, vacía de fría, celebras 86 vidas de pelea serena, todo se inunda de arroz con leche caramelizado sabor canela para rendir tributo a quién no pudo ir nunca a su cine de pueblo, protagonista inmersa en su drama. Cierro los ojos y te veo con tu dedo corazón humedeciendo un rizo colgando en mi frente infante y yo me sigo sintiendo un supermán de barrio. Seguimos los tres hermanos entretejidos, confeccionada la infancia en jerséis de punto de lana manca, recordándote alimentando, qué contraste, con churros ardientes a militares de baja graduación y a toda una generación de lúdicos ociosos quemándote tu única mano. No te importó el mar que azotaba ahí justo ni que los días viniesen de lado. Hoy derriba muros tu lección de fortaleza. Gracias supervivientes, Madre.
* 1º Premio categoría Microrrelato en el Certamen ”Picapedreros” de Poesía, Guión y Microrrelato 2017 para centros penitenciarios