Una liga de mindundis

No puede ser. De un tiempo a esta parte la supuesta mejor liga futbolística del mundo se ha convertido en un torneo desnaturalizado, un tinglado montado para el lucimiento sempiterno de los grandes y en el que los demás, igual que ratas, se afanan por comerse los despojos que dejan a su paso el Madrid y el Barcelona. Es un campeonato desigual, descompensado, en el que las diferencias económicas —y, por extensión, las deportivas— se agrandan con tanta determinación como los pases de Messi o los tiros de Cristiano.

Madrid-BarcaNo hace tanto tiempo era posible enfrentarse a estos equipos y dar la campanada. Había clubes que, haciendo bien las cosas y con un poco de suerte —vital en el deporte—, podían hacer sombra a alguno de los intocables, competir de igual a igual con ellos e, incluso, arrebatarles algún título. Ahora es imposible. Los mandamases han metido el dedo en el ojo, a lo Mourinho, a la competitividad del campeonato español. F.C. Barcelona y Real Madrid siempre han sido los más grandes: por afición, por jugadores, por economía, por historia; pero lo que no puede ser es que se agigante exponencialmente esa brecha con un reparto insolidario, además de injusto, de los royalties del pastel televisivo.

Claro que fichan cada año a los mejores futbolistas: ¡cómo no van a hacerlo, si reciben entre ambos el 60% de los derechos de la televisión! No solo les resulta fácil contratar a las estrellas de los equipos rivales, devaluando sus plantillas, sino que además hinchan los precios del mercado de fichajes y los salarios de los futbolistas.

No hace tanto tiempo era posible
enfrentarse a estos equipos y dar la campanada

En lógica consecuencia, se clasifican los primeros (y segundos) y participan en la Champions, otra factoría de ganar dinero, estando en condiciones de seguir ingresando más millones y de exigir más porcentaje a las operadoras de televisión. Y así hasta el infinito, si nadie pone freno. Luego, en la competición doméstica, arrasan a sus rivales, los vapulean, y estos solo tienen una mínima oportunidad de puntuar si el calendario ha sido benévolo y se enfrentan contra ellos antes de un derbi de Champions.

Copa de la ligaEn fin, que me parece pelotudo que los demás equipos se rebelen, impulsados por Del Nido, y exijan un reparto equitativo. Si no, que rompan la baraja. Resultaría insufrible una competición perpetua entre el Madrid y el Barça, basta recordar lo que ocurrió la temporada pasada con la coincidencia de encuentros.

Otra posibilidad es que organicen estos dos, junto a otros superclubes como ellos, una liga continental y dejen a su aire al resto de los equipos españoles. No sería tan tremendo. Al menos, en esa hipotética liga española no se sabrían de antemano los nombres del campeón y del subcampeón. No habría enfrentamientos perdidos antes de jugarlos. Ni esa dolorosa fuga de aficionados, en especial infantiles, a este par de equipos invencibles. No habría distinciones clasistas entre megaequipos y equipillos. Cierto es que no veríamos, en La Romareda por ejemplo, a los Iniesta, Xavi, Villa, Casillas, Benzema ni Sergio Ramos; pero habría un plus de emoción, y de deportividad competitiva, en el tinglado. Desde luego no sería, como ahora, un torneo de un par de Goliath contra dieciocho Davides desprovistos de onda.

La realidad es incontestable: pese a los intereses existentes en las dos principales capitales españolas, un reparto equitativo del dinero de las televisiones es imprescindible para recuperar nuestra Liga. Y si los irresponsables responsables no hacen nada por lograrlo, por muchos cracks que abarroten el Madrid y el Barcelona, nuestra Liga se convertirá en un torneo empobrecido. De mindundis. Sin emoción ni alicientes.

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