La telebazofia

Que no. Que aunque ha aumentado el número de canales desde la llegada de la TDT, encontrar algo digerible en la televisión actual resulta cada vez más complicado.

TelebazofiaExmujeres de toreros armando el belén con quien se tercia, series de baja calidad sobre mitos nacionales de la prensa rosa, supervivientes que solo sobreviven dentro de un plató, aspirantes a guaperas que deciden con sus músculos, pilinguis que piensan con el bótox, cornudos y cornudas, sinvergüenzas sacacuartos, frikis exaltados y famosuelos de reality embebidos de sí mismos pueblan las parrillas de programación sentando cátedra, con más cara que espalda, trincando su jornal y siendo entrevistados por otra tropa infame de titiriteros, especímenes televisivos imitadores de sí mismos sacados de las cavernas del periodismo corrosivo.

Dicen los programadores que si están ahí es porque, mayoritariamente, los vemos. Así, la culpa es nuestra. De la audiencia. Tal vez nos empachamos de estos menuceles porque nos encanta ver las vidas miserables de los otros, los famosos, como si nos consolara saber que, pese a la silicona, los fans y sus millones son tan infelices que dan pena. Es un consuelo fácil, que nos evita pensar. Nos asomamos un poquito a ese programa y acabamos enganchados, bufando en el sofá como hipopótamos que consumen fango, cebándonos de inquinas, palabrotas y miserias.

Así que terminamos resignándonos
a ver siempre lo mismo

Sin embargo, pese a la cantidad, tampoco nos ofrecen más alternativas el resto de cadenas: showman sosainas e informadores que manipulan la realidad según las ideologías de sus superiores, debates tan extremos que no son rigurosos, propagandistas mediáticos, dibujos animados que nos desaniman, partidos de fútbol poco interesantes (los buenos suelen ser de pago) o esos teenagers probeta para nuestros niños, a los que tratan como a adolescentes con estrategias de marketing extremo. También tenemos las repeticiones. Las mismas series, los mismos episodios, con distinto horario. Así que terminamos resignándonos a ver siempre lo mismo: nuestra serie preferida, una y otra vez hasta aprendernos los gags, las tramas y hasta los silencios. Con este panorama, no es de extrañar que Pretty Woman, en su enésima reposición, volviera a liderar la audiencia.

Si todos apagáramos el televisor, si dejáramos de consumir esa bazofia y los empresarios de la televisión se quedaran sin público, sin ingresos, sin tajada, seguro que se lo replantearían.

Ea. Y el que esté libre de pecado que arroje el primer mando.

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1 comentario

  1. Razón tienes… Incluso corto y generoso has sido en las definiciones… Se todos modos hay alternativas. Aunque denostada desde los espacios privados, la 2 me parece de lo mejor que hay en la actualidad. Cultura, música y sobre todo documentales de mucha calidad. Y sin anuncios…

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