La zoosemiótica y los locutorios
Escrito por: Martín A. C.
Los elementos que intervienen en la comunicación, y que todos conocemos -emisor, receptor, canal, código y contexto-, adquieren una particular dimensión cuando se ponen en práctica en los locutorios de un centro penitenciario. El caso es que esta transmisión informativa de un punto a otro, contextualizada en el laberinto de cristal de una sala segmentada por herméticas cabinas antibandálicas, está sujeta a exclusivas perturbaciones inherentes -al momento y al lugar- que cuestionan los principios establecidos del lenguaje.
Y es que, los que acudimos en tropel emocionados a comunicar con nuestros seres queridos -tanto los de uno como los del otro lado del vítreo receptáculo-, nos “encabinamos”, cerrando las puertas, en la confianza de poder mantener un cariñoso diálogo. Una conversación que, debido al éxtasis desaforado de emociones que se desata en la sala -complicando la acústica-, deriva en la puesta en práctica de signos, gestos, ademanes, expresiones y espontáneos sonidos guturales, propios de un lenguaje no verbal, que nos retrotraen a nuestros primitivos orígenes; es entonces cuando experimentamos lo que los lingüistas llaman zoosemiótica, o lo que es lo mismo, el uso de señales de origen animal que posibilita el entendimiento.
¡Qué sabia es la naturaleza!
* 1º Premio categoría Microrrelato en el Certamen ”Picapedreros” de Poesía, Guión y Microrrelato 2018 para centros penitenciarios