Con admirable lucidez, el periodista y político norteamericano Horace Greele afirmó en el siglo XIX que «el sentido común es el menos común de los sentidos». En esta España en crisis que habitamos, este parece haber desaparecido por completo de la vida pública, al menos de la de los mandamases y robafantas del espectro político-bancario-jurídico-empresarial que nos dirige. Basta echar una hojeada a cualquier periódico del día para encontrarte cara a cara con la sinrazón y la ausencia del más elemental de los criterios, el que dicta el sano juicio. Y, claro, la ausencia del sentido común acaba arrastrando a quien lo ningunea hacia la aberración, alejándolo cada vez más de ese umbral de la moralidad que nunca, nadie, debería traspasar.

Leo hoy, por ejemplo, que el ex director general de una de las cajas de ahorros intervenidas por el Banco de España se prejubiló con 8 millones de euros en la buchaca. No es solo demencial que un tipo de 54 años “cuelgue las botas” profesionales con el futuro personal y familiar resuelto de por vida; lo realmente bochornoso es que sea el mismo sujeto que llevó a esa caja al mayor de los desastres económicos, tanto que el Estado (es decir, todos nosotros) se vio obligado a rescatarla para evitar el caos que produciría su desaparición, nacionalizando hasta el 93% de su capital y abonando para ello la nada despreciable cifra de 2.465 millones que, bien administrados, podrían haber servido en otros muchos frentes.

Eso sí, antes de abandonar el barco que él mismo había hundido, este “capitán” tan ejemplar se aseguró un botín propio de corsarios que hizo extensible también a muchos de sus colaboradores, pues otros altos mandos directivos de esta entidad recibieron cuantiosas indemnizaciones al marcharse. Supongo que en agradecimiento a su gestión tan catastrófica.

En fin, que paso la página y me entero de que un conocido juez de nuestro amado país ha revocado una condena por delito de amenazas al considerar que llamar “zorra” a la esposa no es un insulto vejatorio, sino que se refiere a un animal que actúa con precaución y con astucia. Él sí que ha sido “zorro” para darse cuenta de esa intencionalidad tan específica del presunto maltratador verbal. Teniendo en cuenta, sobre todo, que el acusado tenía antecedentes por un delito de malos tratos en el ámbito familiar, el sentido común nos hace cuestionar, desde fuera y sin conocer las pruebas existentes ni el sumario, dicho fallo judicial.

Y luego los políticos se gasten
76.000 euros en reformar sus despachos

Y ya que estamos, tampoco me parece muy normal que se ahorren 60.000 euros cerrando centros para ancianos, a causa de la crisis, y luego los políticos que tomaron esa decisión austera y dolorosa se gasten 76.000 en reformar sus despachos. Ha sucedido en el ayuntamiento de mi ciudad y, desde luego, no logro entenderlo. Como tampoco entiendo que haya 5 millones de parados en España y aquí no pase nada. Que quien negó y renegó que hubiera crisis siga sonriendo y enarcando las cejas en los telediarios (también, como el ex director general de la caja, con el futuro blindado). Ni que el desfase económico volvamos a pagarlo los de siempre y no sus responsables, probablemente los únicos que se han lucrado —a manos harto llenas— desde entonces.

Visto lo visto, para aprender a mandar hay que deshacerse cuanto antes de ese sentido común que los curritos, los autónomos y el personal de a pie utilizamos día a día. Está claro que si gobernar consistiera en aplicar responsablemente el sentido común, quien más quien menos, todos podríamos hacerlo.

Y eso, a los que nos dirigen, hace mucho tiempo que no les interesa.