Regates al fisco

No estamos en condiciones de saber si Leo Messi es culpable o inocente del delito fiscal que se le atribuye y, en cualquier caso, la presunción de inocencia debe anteponerse al juicio mediático que ya ha comenzado y que no conduce a nada, salvo a la cháchara audiovisual y el rellenado de periódicos.

LogoAgenciaTributariaNo voy a hablar de Messi, más bien de esa casta de afortunados cuyos oficios, habilidades y talentos les permiten acuñar cada año insultantes cantidades de dinero, y que además se rodean de especialistas de la asesoría financiera y tributaria para ahorrarse el máximo y regatear en lo posible su contribución económica al bien común que a todos corresponde. No es estricta ni exclusivamente una cuestión de solidaridad. Ni de agradecimiento a esa fortuna que tanto les sonríe. No es, ni tan siquiera, una cuestión de justicia social devolver a la sociedad que te la otorga una parte de la pasta que acumulas. Es, para estos personajes, una cuestión instintiva. Una faceta más de un macronegocio que conlleva contratar a los mejores especialistas para hacer que su maquinaria productiva continúe a tope, generando los máximos ingresos.

Ciertamente, ni Messi ni la mayoría de estos tipos maquinan ni organizan sus declaraciones de la renta. A lo sumo se dedican a hojear y firmar lo que sus asesores a sueldo les proponen. Se supone que perfectamente informados por ellos, aunque no me imagino a un hombre hecho y derecho que ha manifestado que su principal hobby es jugar a la videoconsola, dedicando ni siquiera una lectura superficial a esos papeles engorrosos. Como mucho, escuchando a su padre o asesor muy por encima y preguntándole, por abreviar, cuánto toca apoquinar este año. Y nada más.

Perdónalos, porque
no saben lo que hacen

Alguien puede argumentar, según el texto bíblico: «Perdónalos, porque no saben lo que hacen». Pero hasta cierto punto. Tampoco saben lo que hacen cuando firman gracias a sus asesores un contrato estratosférico de imagen, o de cualquier otra clase, y bien que se benefician de sus consecuencias: notoriedad, dinero y ascendencia. Así que, en este caso, también han de afrontar las consecuencias de esto otro, aunque les vengan mal dadas.

Soy futbolero y futbolista, pero la pasión y el forofismo no deben impedirnos reclamar justicia, y tributos, a todos en su más justa medida. Las obligaciones sociales son las mismas para todos, para los que nos tenemos que fiar de los funcionarios de Hacienda al hacer nuestra declaración y para los que pagan a grandes hordas de asesores para, precisamente, ahorrarse más que dicho coste en el importe de sus declaraciones. Y perdonen mi osadía: ojalá Messi y su papá sean culpables. No tengo nada contra él, me cae muy bien y admiro cómo juega. Pero en la crítica situación actual de España esos ingresos supuestamente defraudados y las consiguientes multas e intereses le vendrían estupendamente bien a nuestro fisco. Seguro que hay muchas fortunas, jetas, bárcenas y similares a los que hincar el diente. Hay que cercar y sangrar monetariamente a los defraudadores. Aunque, eso sí, preferiría que si al final se demuestra que Leo Messi es culpable, devuelva todo lo defraudado y pague una enorme multa… pero sin ir a prisión. No me lo imagino en el patio de la cárcel regateando a narcotraficantes, chorizos y funcionarios de prisiones mientras es jaleado por su padre.

 

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