El viaje
Detrás de la ventana, vimos la despedida. La tarde era gris, comenzaba a llover. Las gotas de lluvia mezcladas con las lágrimas, las sentíamos como cenizas, como motas de polvo que nos quemaban y escocían los ojos.
Le habían preparado una bolsa grande, ropa sin estrenar, zapatillas sin marca, al mirar todo planchado, ordenado, advertía, también, la angustia y la ternura de su madre. Salieron a la intemperie.
Dobla la esquina el coche hacia la carretera, puesta a todo volumen, la música amordaza el grito casi silente, el estertor, de un dolor y un placer tan corto como infinito.
Se aproximan al Penal, el viaje y su “viaje” han tocado su fin. Sabe que como éste tan amargo y tan fuerte, no volverá a montar otro caballo así.
Todavía aturdido oye hablar a su padre: -”Aquí están los papeles, no te demores más”.