Escrito por: Francisco J. C.

Si pudiera abrazar desde mis barrotes una esperanza,
entender en mi corazón, mi mente y mi alma,
que el sufrir y el llorar acaban, dando al ser su calma,
que todo sufrimiento y mal terminan, llegando bonanza.

Si tan sólo pudiera volver a ver en libertad el inmenso mar,
sumergirme en sus aguas forcejeando con esfuerzos vanos,
y cuando tras creer haber vencido sentirme ufano,
y tumbarme en su orilla, cerrar los ojos y sólo imaginar.

Si tan sólo oyera de nuevo una risa sincera,
la alegría inmensa del que llega o parte a su destino,
la voz cálida de un amigo o del pájaro alegre su trino,
la ilusión confiada del que lucha, sueña o espera.

Si tan sólo al mirar por mi ventana a esa luna,
que reina en mi noche eterna con poder y dulzura,
pudiera no mostrarle sólo dolor, llanto, silencio y amargura,
y pudiera ofrecerte una sonrisa o esperanza alguna.

Si tan sólo alguien respondiera a mis poemas,
a mis cartas, palabras, preguntas y escritos,
a mis pensamientos, oraciones súplicas y gritos,
a mis dudas, preocupaciones, decisiones y dilemas.

Si alguien se pudiera empapar de mis sentimientos,
mi dolor profundo, continuo y lacerante poder comprender,
lograr meterse en mis entrañas y sanar algo de mi ser,
secar mis invisibles lágrimas y acallados lamentos.

Si me devolvieran la fe, el amor, la amistado o la vida,
si tan solo sintiera una caricia, un abrazo o un beso.
Quizás diese por bienvenido, útil y provechoso este peso,
de no ver la luz, de no poder soñar… de no tener salida.

1º Premio categoría Poesía en el Certamen ”Picapedreros” de Poesía, Guión y Microrrelato 2019 para centros penitenciarios