Una tarde en el Baúl

Escrito por: Óscar Palop

Aunque parezca un tanto inverosímil la carencia de complejidad en expresar la sensación que se experimenta al participar, una fría tarde de noviembre, en un taller de poesía de “El Baúl de los Sentimientos” en Brians 1 Dones 1, no es en absoluto sencillo ni simple.

Cuando colaboras en determinados proyectos de índole diversa, como yo he tenido el placer de colaborar, tienes en tu poder la información y la preparación para mantener con objetividad y conocimiento una conversación o dar una conferencia. Tienes las armas necesarias para afrontar el reto, pero careces de algo esencial; la emotividad.

Antes de participar en el taller colaboré en dar forma a los magníficos poemas que han estado configurando y diseñando lo que es en realidad el taller. Era un libro “compartido”, una Antología Poética muy especial, indiscutiblemente distinto a lo evidente.

Me sentía vacío de palabras esperando una ígnea partícula de luz que iluminara ese imprevisible y aparentemente esquema simple y sencillo.

Una “unión” de varios submundos
creados por almas de sentimientos diversos

Posiblemente el término “compartir” no sea el más adecuado. El trabajo efectuado era una “unión” de varios submundos creados por almas de sentimientos diversos, de pensamientos personales, de soledad y silencio compartido… todos ellos vinculados por la poesía y la narrativa en su más pura abstracción.

Leía los poemas e intentaba imaginar al alma creativa. Cuanto más leía más profunda era mi inquietud, mi desconsuelo ante los sentimientos escritos y mi perdida de estado anímico.

Pero me dí cuenta que cada escritora, que había aportado su sensibilidad expresada a través de la escritura a esta maravillosa Antología “El Baúl de los Sentimientos”, disponía de esa intuición, convivencia y elevado grado de perceptibilidad que expresado con plena fluidez de libertad espiritual enardecería al lector.

Analizar y enjuiciar una labor poética tan sublime y admirable implicaba una complejidad extrema, porque el profundo sentimiento interno de un poeta expresado sobre papel es algo muy personal e incluso inalienable, pudiendo incurrir en una connivencia errónea motivada por cada sentimiento individual.

Por ello era preciso mantener un grado de complicidad con cada uno de esos sentimientos individuales.

Una de las más bellas y conmovedoras
experiencias que la vida me ha regalado

Esa fría tarde de noviembre fue mágica. Tenía frente a mi aquello que había anhelado desde la primera estrofa que había leído, aquel vínculo, aquella complicidad, aquellas bellas y sensibles almas que habían abierto mis ojos a una realidad totalmente desconocida para mí.

Los poemas, los relatos y los pensamientos eran fieles defensores de la libertad de las palabras, como las miradas de sus creadoras. Era una obra vanguardista, diseñada por el altruismo puro de Antonio López Molina (Oswen). Un brillante soñador, un creador de ilusiones, un ser que emana esperanza y aporta toda su energía para que aflore, de la más cruel realidad, un juego variante e imaginario, dónde no se ocultan realidades… dónde emerge una dosis de saludable anarquía.

Una tarde en El Baúl, ha sido una de las más bellas y conmovedoras experiencias que la vida me ha regalado. Debía expresar mi análisis y síntesis a una obra que nadie creía en ella, pero me impregné de cada palabra escrita y hablada por las increíbles personas creativas, que me sumergieron en un juego variante e imaginario.

Irradiaba felicidad por la lección que aquellas brillantes escritoras me habían ofrecido.

Mis palabras sólo pueden ser elogios a tales iniciativas, porque con ellas se respeta la capacidad del ser humano, se ofrece la oportunidad de demostrar que todos disponemos de grandes valores, tal vez ocultos, hasta que alguien como Oswen los obliga a emerger del interior de nuestro ser.

Han transcurrido tres meses desde aquella maravillosa y fría tarde de noviembre y se que volveré, posiblemente a escuchar mas que ha hablar, a que mis oídos se impregnen de aquellos sentimientos diseñados por la soledad y el silencio, para demostrarme a mi mismo que los valores humanos no se han perdido, que la capacidad creativa esta viva… que todavía existe ese enlace de palabras, dónde se asienta la verdadera esencia de la poesía y del ser humano.

Fernando Pessoa, poeta portugués (1888-1935), escribió:
“Ser poeta no es una ambición mía, es mi manera de estar solo”

 

Oscar PALOP
Barcelona, Febrero 2012

 

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