Misión en Costa de Marfil: 22 y 23 de abril

22 de abril

El calor tórrido de la sabana ha dejado paso al calor húmedo de la costa. Nueve horas de viaje. He llevado a dos estudiantes de Sarhala a Mankono porque mañana tienen examen. Han agradecido mucho el servicio que les he hecho. Así al menos he tenido un poco de compañía.

En Grand-Zattry, en nuestra comunidad he comido y he descansado media hora. Cuando he llegado a casa me he encontrado una sorpresa. Daniel ha cerrado la casa a cal y canto y sólo tengo acceso a la sala para acoger las visitas y a la capilla. ¡Qué fuerte! Encima el pobre Daniel está en Marandallah ingresado en nuestro centro de salud con malaria. Así que tampoco puedo cabrearme demasiado con él.

Reconozco que mi primera intención ha sido llamar a la parroquia e ir a dormir allí hasta que venga Daniel mañana o pasado mañana. Pero luego he visto esta situación como una oportunidad para estrechar relaciones con los vecinos y para ser consciente de mi fragilidad. Y el resultado ha sido impresionante. Una mamá me ha traído la cena, otra un colchón con una sábana. Dos jóvenes vigilaban para que nadie me viera mientras me duchaba, otra me ha traído agua fresca, un plato, cubiertos y un vaso y aquí estoy escribiendo tumbado en la sala de visitas con el sabor de sentirse esperado, querido y apreciado tras diez días fuera de San Pedro.

Sí , buenas noches y seguro que serán dulces sueños.

Costa de Marfil

23 de abril

Calor y sudor. La diferencia con el norte, donde el calor deshidrata. Hoy ha venido un hombre de casi 40 años a hablarme de los problemas entre él y su mujer. Tienen dos hijos pequeños. Él está en paro desde hace más de un año y ella trabaja en la Caritas de una parroquia. Probablemente iré a su casa para hablar con los dos.

Como durante todo el día mi casa seguía cerrada y le había prometido a una mamá que tiene una peluquería que iría a hacerle una visita, pues ahí he pasado gran parte de la mañana. Hablando sobretodo de las dificultades de la emigración a Europa. Había también un colega suyo y creo que al menos les he contado “la otra parte de la historia”. Hay mucha ingenuidad. La mamá se está reponiendo de la pérdida de su bebé en diciembre, que falleció en su vientre y que a punto estuvo de costarle la vida a ella. Ha sido impresionante escucharle con qué entereza hablaba de ello.

Finalmente, hacia las seis ha llegado Daniel y me ha abierto la casa. Antes, una familia había preparado un café y otra me ha preparado futú de ñame. El compartir gratuito de estos pueblos es evangelizador e interpelante. Por la noche he ido a la CEB y cuando he vuelto a casa los jóvenes me estaban esperando para estudiar inglés.

Total que el día ha estado completico. Pero reconozco que me encanta echar una mano. Al fin y al cabo para eso estoy aquí. Hoy por fin dormiré en una cama, ya tenía ganas. Buenas noches y dulces sueños.

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