Escrito por: Montserrat Rescalvo Hoyos. Delegada Episcopal de Pastoral Penitenciaria.

Este año un grupo que dinamizan y acompañan los Jesuitas han querido participar en el Centro Penitenciario de Daroca. Han conocido la realidad desde dentro del centro a partir del Triduo Pascual.

El miércoles nos juntamos en Lechón, una casa de la Diócesis cerca de la prisión y comenzamos a conocernos y por supuesto las preguntas no faltaron respecto de lo que al día siguiente nos íbamos a encontrar y como nos tratarían las personas que están viviendo allí. Desde la oración por la noche el miércoles creamos un clima de confianza y querer ser testigo, puente y palabra de Dios ante una novedad que les creaba nerviosismo. Cuando nos levantamos y después de desayunar y orar fuimos al centro.

El recibimiento por parte de los funcionarios fue muy bueno y les causamos un impresión espectacular al ver que íbamos veintiséis personas y que durante el resto de la semana iríamos para estar con las personas privadas de libertad. ¡Vaya como si no hubiéramos tenido que hacer nada en otro lugar!

Celebramos el jueves santo con la Institución de la Eucarística y el lavatorio de pies que fue muy participativo. Al finalizar nos quedamos con ellos y estuvimos realizando actividades en torno al momento que habíamos vivido y dándoles la oportunidad y hablar con personas que no habían estado nunca en un centro penitenciario. Todos los días al finalizar los oficios teníamos con ellos un rato y la oportunidad de compartir la vida de cada cual.

El jueves santo fue más lúdico con cantos, bailes, risas,… Llegó la hora de la comida en nuestra casa y fue una explosión de alegría y de compartir como los habían visto, las sensaciones, las inquietudes,… todo era extrañeza y querer vivir de verdad lo que se habían propuesto

“AMAR HASTA EL EXTREMO”

… a la persona que no conocían porque el Espíritu les estaba iluminando.

Todas las tardes nosotros teníamos diversas dinámicas para compartir e interiorizar lo vivido. Desde la Diócesis nos encomendaron también la participación en dos pueblos de la zona en Lechón (donde vivíamos) y en Anento.

El viernes fue un día espectacular. En el polideportivo del centro penitenciario realizamos el Vía Crucis y la adoración a la Cruz. Todavía se me empañan los ojos al echar la mirada atrás y acordarme como se acercaban a ella y como mostraban su dolor, rabia, daño, tristeza,… como el Señor. Todos nos fuimos impresionados de la participación y el bien estar en lo que celebrábamos.

Este día cuando abandonábamos el centro nuestras caras tenían otra expresión que desde luego nada parecida al jueves. Sin embargo, entré todos nos levantamos el ánimo porque continuábamos con nuestra tarea fuera de allí también.

Recordando que Dios nos ama y debemos ser nosotros mismos con toda la transparencia que cada uno posee. Caímos en la cuenta que todo tiene un sentido si se vive desde el proyecto Dios y se da razón de nuestra fe donde existe la exclusión social como es en la cárcel.

El sábado tuvimos por la mañana la celebración de Resurrección, les llamó mucho la atención, porque no entendían que fuera tan temprano dado que siempre se celebra en la Vigilia; pero les explicamos que la cárcel tiene su ritmo y celebramos que Dios vive en cada uno de nosotros allí en la Eucaristía. A continuación prepararon juegos y dinámicas que nos llevo a la diversión y ánimo para seguir adelante en todo lo que se nos presentaba, tanto a ellos como a nosotros.

Puesto que los días vividos desde la Eucaristía, la oración,… nos han ayudado a descubrir y encarnar nuestro verdadero ser en el ámbito de la cárcel. Finalizamos el domingo con juegos en el polideportivo y leyendo un carta que entrañaba todo lo vivido con ellos durante esos días.

Queridos amigos:

Estos días hemos pasado momentos muy agradables a vuestro lado. Por ello habíamos pensado en haceros un regalo, un regalo que os hiciera sonreír. Durante estos 4 días habéis formado parte de nuestras vidas, unimos 2 familias para celebrar que Dios está entre nosotros; y además nos hemos divertido mucho en vuestra compañía.

Después de conoceros, cogimos algo tan simple como unos calcetines en los cuales escribimos vuestros nombres. Los calcetines fueron colgados en el salón de nuestra casa, y durante estos días hemos estado escribiendo mensajes para cada uno de vosotros en los mismos. Debido a las circunstancias no ha sido posible haceros llegar estos calcetines con vuestros mensajes. Así que decidimos escribir esta carta de agradecimiento.

Estos días nos hemos podido acercar un poco más a vuestra realidad y hemos descubierto que no es una situación fácil de vivir. Sabemos que los días aquí son duros pero no queremos que perdáis la esperanza.

Animaros a mantener la sonrisa que habéis mostrado durante estos días y pensar que todos cometemos errores pero que la grandeza de la vida y de Dios siempre dan una nueva oportunidad, porque en la más profunda oscuridad el más pequeño rayo de luz entra y nos hace grande.

Estos días vosotros habéis sido luz para nosotros. GRACIAS.

“No deberíamos contentarnos con ser meros oyentes, sino que es preciso actuar”
(San Luis Gonzaga)

No me cabe la menor duda de que estos días la vivencia nos ha transformado, nos hemos hecho más afectivos y actuaremos para estar más cerca de los que nadie va a visitar a la cárcel. Es tiempo de sembrar desde Pastoral Penitenciaria para que el relevo generacional comience a actuar y ser puente entre las personas privadas de libertad y los que vivimos en la calle.

Agradecer a Instituciones Penitenciarias por aceptar nuestro proyecto y desde luego al Centro Penitenciario de Daroca y los internos que con tanto cariño han participado en las actividades propuestas.

Finalizo con esta idea que a mí me acompaña siempre en mi vida: “La misión como respuesta al amor de Dios tiene su efecto liberador y creativo”. Considero importante que escuchar y amar describe al creyente y al apóstol.