No antes de la hora señalada
Escrito por: David G. A.
Minutos antes de la hora en la que se debían comenzar los preparativos de su final, el celador dio la voz de alarma.
Entraron en tropel a la minúscula celda en la que había vivido los últimos años. Yacía en el suelo, aferrándose a la vida que se le escapaba por momentos. Junto a él, la bandeja con su última voluntad, el exquisito manjar que degustó con una copa de un mediocre vino que le supo a gloria. El juez tuvo en consideración aquella última petición
El médico llegó casi sin aliento, comprobó los signos vitales y mirando a los presentes dio a entender que ya poco podían hacer por él, su corazón había dicho basta. Que casualidad precisamente hoy. Aún así tras una maratoniana reanimación consiguió devolverlo al mundo de los vivos.
Yacía en el suelo, aferrándose
a la vida que se le escapaba por momentos
Casi sin tiempo lo vistieron apropiadamente para la ceremonia. La procesión se hizo en silencio encabezada por el sacerdote. A su paso los compañeros lo animaban en un sonoro silencio, sabían que tarde o temprano ellos también darían ese último paseo.
Con la última comprobación por parte del verdugo, éste le puso la capucha y apretó las correas. Esta vez sí, a la hora precisa la energía se concentró en un solo punto.
El punto en el que iniciaba su camino hacia el final, allá donde se veía la luz y la Parca lo esperaba esta vez con la seguridad de que no lo dejaría volver.
*1º Premio categoría Microrrelato en el Certamen ”Picapedreros” de Poesía, Guión y Microrrelato 2013 para centros penitenciarios
