One fine night

Escrito por: Rodolfo M. T.

Eran las 9h de la noche, estaba en el Monteluna tomando un café y esperando a Miguel. Aun teníamos tiempo de sobra para llegar y tomar algo en el bar de al lado de la sala 16 toneladas.

Los nervios, los tenía a flor de piel, pues esta noche veríamos el fruto del trabajo de algo mas de medio año, preparando el homenaje al canalla de Pauli, Rockero donde los hubiese y buen amigo.

Aún me acuerdo el día que lo enterramos, según petición propia, quiso enterrarse debajo de un árbol (se pagó el entierro de su bolsillo), no había visto Rockeros emocionados, yo, el primero desde que vi a ChuckBerry en Barna y Valencia. Apareció Miguel por la puerta del bar, con una sonrisa característica de haber visto ya a Pepe. Ya teníamos energía para esta noche que nos esperaba, y nos haría falta. Marchamos entre risas de complicidad sobre la noche que nos esperaba. Cogimos el autobús, que por casualidad, estaba vacío. Las risas aumentaron al soltar Miguel, “mirar, al concierto en limusina”.

Llegamos al bar de al lado de la sala, ya había buen ambiente. Me encontré con el dueño de la sala, el saludo fue efusivo, pues la sala registraba “sin entradas”. Vi a Silvia, la viuda de Pauli, que trajo algunos ejemplares del libro que escribió Pauli, para ponerlos a la venta en el merchandising de Corina, dentro de la sala, y los beneficios para Silvia. Empezaron a aparecer los cantantes de la noche puesto que eran básicamente los que iban a actuar, pues teníamos una banda fija en el escenario compuesta por los músicos de los cantantes. Esperaron Andrés y el Parri con la canción “Nenita”. Silvia empezó a llorar y tuvo que marchar, superior a sus fuerzas, mientras se sucedieron los temas y sin parar de recibir saludos de camaradas de toda la vida, “Puro R´n´R”, aparecieron la banda de Castellón, con el cantante del primer grupo de Pauli, Los Kings Krueles, (invitados al homenaje), y últimos en cerrar el evento, acompañados por Hells Angels, de Castellón y Valencia, los que faltaban.

one fine night

De repente se tiraron encima de mí, la Modosa, Carmina y la Cacharros, madres de jóvenes y ahora con los hijos criados dedicadas a no perderse un buen concierto y celebrar el aniversario de la muerte del colega y tras correrme a besos, fuimos al servicio a ponernos un poco serenos, esto prometía un final feliz. La novia de Pepe, tan zorra como siempre, buscando “polla ajena”, no sé como se aguantan; de entre el gentío aparecieron los hermanos Verdú, Babe, Pirulo y el Morros, Mod´s de la vieja escuela, con la de ostias que nos habíamos dado de jóvenes y ahora dos de ellos y yo vivimos en la misma finca, “cosas de la vida”.

Los hermanos venían también a presentar respetos al colega finado. Detrás de ellos, el Chato de Kentucky, y el indio, cual ave fénix saliendo con dos cojones del cáncer y comportándose como cuando tenía 30 años, un canalla de lo más cachondo y con salidas para todo; como de costumbre, y para no faltar, hubo un conato de pelea, “que actuación de R´n´R que se precie no tenga ninguna pelea”, la cual fue cortada por Pepito, el dueño de la sala, desde la cabina, pues acabada la actuación empezaba la sesión de Dj´s entre Pepito y Alex “pelo polla” Bop.

Ya eran las 4 horas de la madrugada, aquello estaba a reventar, ya no cobraban entradas y no había aforo limitado, lo cual, y a la hora a la que cerraban los Pub´s, iban llegando a la sala trabajadores y rezagados. Busqué a Carmina para marcarnos dos Rock´n´Roles, no más que estamos ya mayores, y nos perdimos en el servicio a pillar energías y en el pasillo había tanta gente que casi no se podía llegar.

Llegar al servicio, puesto y cuestión de paciencia, aproveché para echarle los trastos, lo cual agradeció y me dijo que quedaba mucho rato hasta llegar a casa. ¿La suya o la mía? Je…je. Me besó y nos fuimos cada uno por su lado a seguir con la fiesta. De repente di de morros con Paul y Espe, que hacía años que no los veía; Esperanza se había cambiado de instituto; profesora de latín un montón de años en el Luis Vives, y Paul, un londinense majo, y ahí empezó la llegada de la comitiva Punk; Fernando el Punk, Carli, Pepino, La Elvira, y Pablox, que es Punk y Masón, tócate las narices, el punki José, como cuando teníamos 15 o 16 años, pero con 40 más o menos encima, más gordos y con canas, pero con ganas de follón como siempre, comentándoles el momento estelar del cantante de los Rock´n´Bordes, con “rompe tus zapatos”, muy emotivo para todos, con la proyección de fotografías históricas para todos nosotros, pues fue el primer single que grabó el colega.

Me pilló Pepito, el “Dueño”, en el servicio, único sitio para poder hablar tranquilamente con la pasta para pagar a los músicos. El primero en cobrar fue Vincent, que tenía que irse a currar, duro dilema es que no tenemos 20 años para empalmar curro con trabajo.

A las 6 horas, puntualmente cerraron la sala, y la procesión se traspasó al bar de al lado que abre a esas horas. Todos, como al principio de la noche, pero en estado de “sitio”, buscando cordera/ro. Nos aposentamos en la terraza del bar, divino invento las gafas de sol, y comenzamos con los carajillos y los cazallas. Yo me reservé un poco hasta pagar a todos los músicos; todos contentos. Y apareció Pepito con la plantilla del 16 toneladas. Se pagó una ronda por una noche 10 en la sala. A eso de las 8 horas me fui acercando a la Carmina, que seguía receptiva, con un par de cazallas y un guiño de ojo, cerramos nuestro trato. Nos escabullimos discretamente y jugándonos a los chinos en su casa o en la mía, y quien pagaba el taxi. ¡One fine night!

 

* 1º Premio categoría Microrrelato en el Certamen ”Picapedreros” de Poesía, Guión y Microrrelato 2018 para centros penitenciarios

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