La Pastoral penitenciaria, Medalla de bronce al Mérito Social Penitenciario

Escrito por: Montserrat Rescalvo Hoyos (Delegada Episcopal de Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Zaragoza)

 

PASTORAL PENITENCIARIA DE ZARAGOZA

Comunicaros y daros la alegría de que nos han concedido la

MEDALLA DE BRONCE AL MÉRITO SOCIAL PENITENCIARIO

a la “Delegación Episcopal de Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Zaragoza

desde Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior.

Lo dijo Jesús para darnos un criterio que nos ayude a distinguir entre los verdaderos y los falsos profetas…
“Por sus obras los conoceréis” (Mt 7,15-20)
 
Montse recoge el premio de manos de Rafael, Director del centro

La Merced nos interpela

Ya no importa si la persona encarcelada es cristiana o musulmana ni si es creyente o no siquiera. No importa si está en prisión por un delito de tal o cual calibre o por algo incluso innombrable. Tampoco hay diferencias por ningún otro motivo porque… esa PERSONA tiene su historia, tiene su dignidad… es alguien que ha sufrido y sigue padeciendo lo opuesto al Evangelio, es un ser humano que precisa ayuda, necesita ser reconocido como es y precisa ser redimido, liberado de cuanto le fue llevando al punto en el que ahora se encuentra. Esa persona… es hija de Dios y hermana nuestra.

Montse durante el acto“Pastoral penitenciaria” está y existe “porque Dios es sensible al ser humano en todas sus limitaciones, penurias, sufrimientos y esclavitudes”.

Al voluntariado de esta pastoral le tengo que agradecer tanto que para ellos es este reconocimiento porque ellos tratan de ser fiel a la llamada del “otro” en esa realidad humana del que ha sido juzgado, condenado y encarcelado nuestro hermano, el privado de libertad.

Hoy son una familia en nuestros proyectos, parroquias y comunidades cristianas porque nos hacen participes de sus realidades.

Así es hoy la acción y el trabajo de la Iglesia Cristiana Católica a través de la Pastoral Penitenciaria, la Orden de La Merced, otras comunidades cristianas o hermanos de buena voluntad que atienden y se acercan hoy el grito del abatido que no es otro que el de Dios mismo hecho carne en el que vive privado de libertad.

GRACIAS, MUCHAS GRACIAS DE NUEVO A LOS VOLUNTARIOS POR VUESTRA LABOR INCONDICIONAL Y QUERER ESTAR DE ALGUNA FORMA CON LAS PERSONAS PRIVADAS DE LIBERTAD.

Finalizar con estas palabras de aliento que el evangelio nos da a conocer:

“Sirvamos cada cual con nuestros diferentes dones” (Rom 12,6)

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